Vivimos en un mundo cada vez más globalizado, por lo que ya nadie tiene dudas de la importancia de que los niños dominen otros idiomas, especialmente el inglés. Aprender este idioma en la niñez no supone un esfuerzo demasiado grande, ya que la capacidad de aprendizaje de los pequeños es asombrosa.
Sin embargo, aunque se sabe que su mente es como una esponja, capaz de absorber muchos conocimientos de forma sencilla, es importante evaluar desde qué edad se les puede enseñar el inglés y de qué forma para que el aprendizaje sea realmente efectivo.
La mejor edad para estudiar inglés
Según diferentes estudios, los niños y jóvenes tienen mayor facilidad para aprender una lengua extranjera que los adultos. Por ello, es normal que los padres decidan inscribir a sus pequeños hijos en academias de idiomas e incluso que los envíen al extranjero para que aprendan inglés. Sin embargo, ¿es efectivo hacerlo a cualquier edad?
En realidad, comenzar a estudiar este idioma a los 4 años no supone ninguna diferencia respecto a empezar a los 5 o 6 años. No obstante, lo que la mayoría de los expertos recomienda es comenzar antes de los 8 años o como mucho antes de los 10. Hacerlo a estas edades permitirá que alcancen el nivel de gramática de un nativo.
Según un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts publicado en la revista Cognition, no hay grandes diferencias entre las personas que comenzaron a a aprender inglés desde su nacimiento hasta la edad de 10 años. Sin embargo, descubrieron que si bien entre los 10 y los 18 años aún se aprende rápidamente, no se consigue la competencia lingüística de un nativo.
Inmersión lingüística, la clave para adquirir el inglés desde pequeños
La mejor edad para estudiar inglés puede ser a los 4, 5 o 6 años; lo importante es que el estudio comience antes de los 10 años para conseguir un nivel nativo. No obstante, debes tener en cuenta que en realidad no hay muchas diferencias de aprendizaje entre los niños que inician clases de inglés a los 6 años con respecto a quienes inician a los 8 años.
El mayor avance se ve en realidad a partir de los 10 años cuando estos aún tienen su gran capacidad de aprender, pero son lo suficientemente grandes como para prestar mayor atención. Por ello, si se quiere percibir un gran avance la clave está en la inmersión lingüística.
Los niños pueden aprender una segunda (o tercera) lengua desde pequeños sin problemas siempre y cuando estén en constante contacto con esta lengua. Por ejemplo, teniendo uno de sus padres que hable en inglés, que viva en un país de habla inglesa o que tenga un cuidador que domine el idioma y se comunique con este.
Según la Unión Europea, aprender idiomas desde pequeños puede ser muy beneficioso para los niños. Sin embargo, afirman que para que este aprendizaje temprano sea adecuado, no puede dejarse solo en manos de las escuelas y de los profesores, sino que el niño debe estar inmerso día a día en el idioma.
Es importante tener en cuenta que una vez que el niño domine el idioma, debe certificar su nivel. De esta manera contará con un aval que garantice sus conocimientos en esta lengua. Trinity London College, por ejemplo, cuenta con las evaluaciones esenciales para garantizar este nivel por parte de los estudiantes como el ISE y el GESE.
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