nuevos senderos y direcciones de la música

Contenido facilitado por nuestros compañeros de Trinity College London Italia

Fuente de información:  National TV Rai Scuola

Durante el período romántico, los parámetros de lectura y escritura musical se combinaron perfectamente en el momento en el que toda la información necesaria para tocar cualquier pieza musical estaba presente en la partitura, incluidos no sólo los nodos y el ritmo, sino también la dinámica y los adornos. Entonces, ¿qué debía hacer el intérprete si todo lo tenía escrito? 

En ese periodo, la interpretación era elemento clave al momento de tocar cualquier pieza. Sin embargo, en el siglo XX los acontecimientos históricos y sociales trajeron cambios profundos, incluso en el mundo de la música. Para ese momento los músicos necesitaban algo diferente; nuevos materiales, sonidos, ruidos y sobre todo nuevas estructuras en sus interpretaciones musicales. 

El paso del siglo XIX al siglo XX: la música se aleja de la improvisación

A partir del siglo XIX la música comienza a alejarse de la práctica improvisadora. Los compositores desarrollan su escritura con una rigurosa precisión hasta que finalmente ejercen el control total de la composición. Después de esto las improvisaciones desaparecen casi por completo. 

De la época barroca y su tradición improvisadora apenas queda la cadenza, que es una parte improvisada, por lo general, al final del primer movimiento de un concierto para instrumento, sea de orquesta o solista.

En cuanto a la notación musical y al intérprete, en el siglo XX se desarrollaron dos tendencias:

  • El compositor asume la totalidad de la creación musical.
  • El compositor asume solo una parte de la creación musical para compartir la experiencia con el intérprete.

En la primera tendencia, los compositores asumían una posición en la que todo el proceso de creación dependía de ellos. Por tanto, anotaban de forma meticulosa todos los símbolos correspondientes a la escritura musical y esperaban que los intérpretes realizaran de forma correcta la interpretación de la simbología.

En la segunda tendencia, el trabajo es, de alguna forma, compartido entre el compositor y el intérprete. El primero no asume la totalidad de la creación musical y comparte la experiencia de la creación. Por ello, la notación precisa no es el objetivo, sino que se deja que el intérprete tenga una parte de responsabilidad en la composición. En este caso, se recupera al menos parcialmente un poco de la esencia de la espontaneidad de la improvisación.

A principios del siglo XX también apareció en Italia el futurismo, un movimiento artístico que tenía como objetivo dejar atrás el arte del pasado, romper con la tradición e inaugurar una nueva etapa que celebrara el cambio, la originalidad y la innovación en la cultura y en la sociedad. La música se incluyó dentro de este movimiento, y el objetivo en concreto era incluir el ruido en la creación musical, pues hasta ese entonces la música occidental solo incluía la utilización de algunos instrumentos de percusión. 

En las décadas siguientes se incorporaron nuevos elementos a la música, incluyendo la electrónica. Estos nuevos materiales también requerían una nueva forma de escribir música, por lo que la música escrita dejó de ser menos simbólica para hacerse más visual.  

Testimonios

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