Music Grades Trinity College London

Fuente: RaiCultura.it

Pitágoras fue uno de los antiguos griegos que cambió el curso de la historia al establecer una extraordinaria relación entre la música y las matemáticas. Pero en los siglos recientes hubo otro personaje que revolucionó el mundo de la música. Se trata de John Cage (1912–1992), quien comenzó su carrera creando ‘música matemática’.

Cage es considerado un artista clave en el desarrollo de la música experimental y el arte sonoro. Fue pionero de la música aleatoria, de la electrónica y del uso no estándar de instrumentos musicales. Además, se le considera una de las figuras más importantes del arte contemporáneo y uno de los compositores más influyentes del siglo XX.

4’33”, la obra más controvertida de Cage

La pieza 4’33” es la obra de John Cage que más controversia causó. Todo comenzó en 1951 cuando el compositor visitó una cámara anecoica en la Universidad de Harvard, un espacio creado para aislar las ondas sonoras. Sus muros están diseñados para evitar que el sonido se refleje y genere eco.

Cage esperaba experimentar el silencio, pero en lugar de ello percibió dos sonidos: un zumbido grave y otro agudo. Al salir de la cámara, preguntó a los ingenieros de dónde salían tales sonidos, a lo que estos respondieron que se trataba del sonido que generaba el sistema circulatorio y nervioso cuando estaba en funcionamiento.

Tras esta experiencia nació en Cage la idea que desarrollaría el resto de su carrera. Esta era que el silencio no existía en realidad, que solo era un concepto, y que además el sonido ocurre, aunque no sea un instrumento el que lo produzca. Por ello, según el compositor, la tarea de los músicos no era solo producir sonidos armoniosos, sino también organizar los diferentes fenómenos sonoros que ocurren a nuestro alrededor y dejar que se manifiesten en un momento determinado.

Así nació 4’33”, una pieza musical en tres movimientos, que puede ser interpretada por cualquier instrumento o conjunto de ellos. En este caso, la importancia de la obra recae en la capacidad del público de escuchar, puesto que el intérprete guarda silencio durante cuatro minutos y treinta y tres segundos.

Es decir, durante este tiempo los intérpretes no tocaban una sola nota. Aunque muchos lo consideraban un sin sentido, para muchos otros se trataba de una obra muy seria. Y es que es básicamente una reflexión sobre el silencio, o sobre el concepto de él. Para algunos teóricos musicales vanguardistas, el material sonoro de 4’33” está compuesto por los ruidos que el espectador percibe durante ese tiempo.

De acuerdo con la filosofía de Cage, el silencio tiene su razón de ser como parte del ruido y del sonido. Uno le da sentido al otro. Si el silencio no existiera, la música sería un estado acústico perpetuo con vibraciones sin descanso, lo que haría que las ondas terminaran pasando desapercibidas o que se convirtieran en un infierno sonoro.

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